Poema #42 RECORDÁNDOTE DUARTE







 Tu recuerdo reaparece en este día;
en este día, en estos días, en éste, tu día.
Consternado yaces en la cima del cielo,
del cielo de Quisqueya,
del cielo de los ideales,
del cielo perteneciente a los buenos hombres.
Desde allá, desde allá, consternado yaces.

Tu espíritu y tu alma; alma clara, alma nívea,
alma que a nosotros quisiste heredar.
Cuerpo furtivo, ánimo de hierro, intelecto digno;
que, en pocos, es sello; de ésta, tu bella,
de ésta, tu tierra.

Que mal te tratamos,
golpeamos tus torres, tu baluarte;
hoy día te veneramos,
hoy que yaces en la tumba.
En vida te enviamos,
te enviamos a la penumbra;
mas como giros de noria;
hoy arriba,
hoy en lo alto,
hoy en la gloria.
Tu cuerpo fue cordero inmolado,
aquel que se entregó.
Aquel que fue encarnación del ideal,
de libertad;
de lucha, de sudor derramado,
de sangre derramada;
por la búsqueda de ser libre,
de libre humanidad;
de libre pensamiento, de libre arte.
Que gran ser humano fuiste tú,
tú, Juan Pablo Duarte.

Hoy yace el sudor que derramaste,
la sangre de aquellos mártires;
sangre,
sangre,
sangre de la cual esta tierra se empapó;
esa misma,
esa misma sangre
hoy yace,
hoy yace.
Hoy yace en la copa de los serviles.
Hoy yace en la copa de aquellos que devoran almas.
Hoy yace, sí, hoy yace tu sangre, Juan Pablo,
en la copa de aquellos
que le roban el pan y el vino
a los hambrientos,
a los desposeídos,
a los que no tienen voz,
a los que no tienen techo,
ni madera, ni paredes,
a los que suspiran en la enfermedad,
a los que, día a día, soplan su último aliento,
a esos le roban, le roban
a esos que no conocen
un tiempo bueno, un buen tiempo;
a esos que solo el sol, jamás el viento;  
a esos a quienes siempre el pan llega tarde;
a esos, hoy día masacran,
hoy día masacran, Juan,
ésos, ésos que beben hoy tu inmaculada sangre;
Sí Duarte, hoy esos se toman en copas de oro tu sangre,
mi sangre, nuestra sangre,
la sangre de Quisqueya la bella;
esa bella que siempre,
siempre es devorada por millares de bestias.

Tú fuiste el alma bella,
el alma que pensó en un mañana.
Cuantos hombres como tú
hoy esta tierra extraña.
Cuantos hombres como tú,
como Mella, como Sanchez;
cuantos hombres extraña esta tierra;
esta tierra sufrida, esta tierra saqueada;
saqueada cada cuarteto de años;
la misma abusada y burlada.
Cuantos hombres extraña esta tierra.
Hombres como aquellos
que lucharon junto a ti;
ésos, que aunque sus nombres
no figuren en la palestra,
hoy figuran en estas letras.
Ésos que escucharon
con humildad y nobleza
el plan que trazaste,
la gran proeza
que te dotó a ti
de tamaña grandeza.
Esos hombres creyeron en tu verdad,
en la verdad de la vida;
en la verdad que al fin
y al cabo es libertad.
Esos hombres hoy
la quisqueyana extraña.
Hoy los quisqueyanos extrañamos.
Hoy a ti y a ésos extrañamos.

Y es que yaces consternado, yo lo sé,
pero bien es cierto
que en ti aun abunda la fe;
porque creíste en ella,
en esta, la tierra del café.
Creíste en esta tierra de la musa paradisíaca,
en esta tierra semejante al paraíso.
Sí, aun sé que en ti abunda la fe,
porque creíste en ella,
en ella,
en ella,
pero quien es ella?
Ella, ella es Quisqueya,
la de hermosas playas,
la de brisas bellas.
Ella, Quisqueya,
es la que se levanta
día a día al sacrificio.
Es la que lleva en si un sobrevivir,
no un vivir.
Ella es la que acude a la escuela
a recibir pan, educación.
Ella, Quisqueya,
ella la que baila bachata
a pesar de tener lleno de dolor el alma.
Ella, Quisqueya,
es la que a pesar de todo
a todos sonríe, con todos es amable.
Ella, es la que siempre tiene actitud afable.
Ella es por quien luchaste,
por quien te entregaste.
A ella fue que valoraste;
y es por eso que hoy,
tu tierra te corona,
te corona de grandeza,
te corona de majestad;
es que nos diste aquello
tan anhelado que llaman libertad.
Digno de copiar infinitamente,
fue tu vida, tu moral, tu arte;
de ti el quisqueyano jamás ha de olvidarse;
hoy te recuerdo, hoy te recordamos
nuestro querido padre Duarte.  

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