Aquí estoy saboreando el aire
empapada de nefastas
impresiones,
y lo siento, y lo vivo, y no
veo emociones;
solo escucho la brisa en
crepuscular baile.
Entre tantas mentiras, eres
la verdad;
entre tantas verdades, eres
el juez;
entre tantos jueces,
representas la honradez
y entre tantos prejuicios,
eres hermandad.
Amo tu figura, tu cariño, tu
humildad,
tu cordura, tu sensatez;
Sé que solo nos espera
felicidad.
¿Que he de hacer por nuestra
realidad?
¡Oh! mi hoja, tengo ansias,
ansiedad;
por ver tu caminar, tu
angostura, tu estrechez.
Tú, solo tú, eres genuino
sol;
rosa destilable de aromático
perfume;
no absorbente de rayos, por
tanto se consume
y cada día suelta pétalos.
¡Que dolor!
La hermosura que te embarga,
desplomada de escalón a
escalón,
desciende, desciende con
furor;
pues tú, sin tu
cultivo, la dulzura la amargas.
Si
escucharas el canto del sol
en lo más profundo de tu
piel:
tu color no se opacaría.
Si
ella, del polen, produce miel
danzando entre botones de
flor;
entonces tú, almíbar obtendrías.
¡Como deseo oler de la hoja
su labor!
Absorbiendo los rayos del
sol;
ésta nadando entre las auras
de calor
para que por estar, tomar
verdoso color.
Hoja
mía, mantente nadando
entre los océanos del alma
para que un día cuando se
despierte el alba
tu color verdoso permanezca
brillando.
Y proclamar el amor sin
temor alguno,
no experimentando las
pasiones irradiantes
de tu más remoto y cercano
sentir
Éstas que siembran el miedo
absoluto,
el opacado brillo del
diamante
y el lento y perezoso paso
al vivir.
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