14 de febrero de 2015
Poema #54 Rincón de amor
En un rincón
yace esperándolo
y en un rincón tambien
la espera.
Se imagina él explorando
la geografía de su cuerpo,
las colinas de sus caderas,
las cúspides puntiagudas
de sus dos montañas superiores,
ahi yace en el rincón pensando en ella,
en ella, en la belleza de sus labios,
de sus ojos, de su risa,
su risa, un mar de alegría
y sus besos, una tempestad en altamar.
Aun sigue él en ella pensando
no se despega del rincón,
del rincón del secreto,
no se despega;
sigue pensando en las letras no dichas;
en aquellas que alaban
su belleza,
cuanto anhela posarse frente
a esas dos torres de marmol,
esas dos torres hermosas que se visten
de faldas y pantalones
y que en la base es sostenida
por elegantes tacones,
pero continua pensando,
pensando en ella
en sus rincones ocultos
tras el vestuario eterno
en sus rios ocultos
en sus mares ocultos
en sus praderas
sus prados
sus pastos
sus pastos donde fluye
un manantial cálido,
alli se vio él
alli frente al manantial
de su hermosa,
de su amor,
alli se vió, allí se vió.
En un rincón
yace esperándola
y en un rincón tambien
ella le espera.
El se imagina toda una geografía
perfecta, de curvas, de músculo,
de carne, de figuras;
mas ella yace esperándolo
y solamente pensando
en el toque sublime de sus labios,
en su estructura varonil,
ardiente sol de abril,
pero aun mas piensa
en esas notas
en esas melodías
que adormecen
cuando se posan
en los tímpanos sedientos de amor,
melodias tales como un te amo,
un te quiero, te amo tanto mi amor;
En ella prevalece el deseo
de la melodía dificil de cantar
a veces para él;
ella desea las notas puesto que las notas,
derriten hielo, rompen cuevas,
erizan cúspides de montañas,
bañan el cuerpo de ardiente frio;
ella adora las notas,
las notas sublimes del amor,
las notas de lo llamado pasión;
notas que son notables cuando notas
que tu cuerpo responde a ellas
con incrementos del latido,
con incrementos del suspiro;
con el aumento del calor,
cuando cesan los pensamientos
y solo prevalece el corazón.
En ese piensa ella.
En un rincón esperándolo
a él
su músico que deleita sus oidos,
aun lo espera
pero no aparece.
Yacen dos almas
esperando,
el la espera a ella, idealizándola;
ella lo espera a él, idealizándolo;
lo platónico esperan;
pasa el tiempo y aun esperan;
y el tiempo se lleva los manantiales,
la figura, las notas,
pero el tiempo, el mismo tiempo
algún día los conducirá a la luz,
una luz, donde no hay rincón
sino dos almas, no idealizadas,
que lejos de ideas
solo se adoran, solo se aman.
El encuentro es ameno
quizas no son lo que pensaban
pero cada uno es
la compañia que anhelaban.
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