Y yo pensando que Afrodita
era la más poderosa del panteón,
vino a mis oídos un gorrión
y susurró: "Ella, la maldita".
Pero este susurro qué implica,
evoca elegías y triste canción.
¿Por qué enuncia que a ella expulsión,
siendo ella la más sublime y bonita?
Que desciendan viles rayos y centellas,
por tal mal a ella causado,
siendo ella la más dulce y bella.
Hasta en los dioses la envidia resuella,
esta envidia hasta los dioses enfermado,
solo por el brillo de esa hermosa estrella.
Sabes qué digna Afrodita,
yo a ti hoy rindo alocución.
No me importa el flagelo de tu expulsión,
solo noto hermosos semblantes que te blindan.
Ante repudio de dioses, no te rindas,
sabes ya la causa de su acción,
los hilos de tu luz, inmensa admiración,
sus escleróticas estallan de envidia.
Y el peor es Saturno con cruel vista,
para él imposible tal transformación,
más decoro le da a las reglas, menos al amor.
Yo te elijo Afrodita, Saturno no insistas,
elijo de Afrodita la bella ilusión,
que vivir de Saturno saboreando amarga brisa.
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